miércoles, 19 de agosto de 2009

Adiós pánico de invierno.

Un día de invierno miró por la ventana,
y mientras la lluvia caía sin cesar se preguntó
¿Qué haré conmigo? ,
se sentó en el sillón para sentirse más cómodo,
pero el frío del cuero gamuzado con el que estaba hecho no se lo permitían.
Y recordó aquella escena de hace un año,
aborreció cada reminescencia que creyó desterradas,
ya que solo así conseguiría liberarse y seguir,
pero la angustia lo invadió,
su cuerpo empezó a temblar,
sus manos a sudar,
la visión se tornó borrosa,
creyó que su corazón reventaría,
el aire parecía escaparse y su pecho se endurecía cada vez,
el pánico se apoderaba de él nuevamente,
no era primera vez que lo sentía.
10 minutos más tarde, su cuerpo volvía a su tensión habitual,
La quietud regresaba y comprendió que nada le pasaría, que no tenía nada que temer… ahora por fin estaría a salvo,
y esta vez, para siempre.